LA PINTURA EGIPCIA.

Seguramente no existe una civilización más misteriosa que la egipcia, sus pirámides descomunales, sus ritos mortuorios, sus momias, sus faraones, su extraordinaria duración...

Realmente todo es singular en Egipto, la civilización faraónica duró 3000 años con una gran uniformidad. Ha sido, con mucho, la cultura más longeva. Además, sus monumentos nos fascinan por su grandiosidad; piedras enormes usadas a millones para construir tumbas, sepulturas gigantes llenas de ajuares riquísimos y de secretos celosamente guardados.

La PINACOTECA COSSÍO analiza en esta ocasión la pintura egipcia mediante tres bellos ejemplos procedentes de sepulturas. Las más interesantes muestras pictóricas las encontramos durante el Imperio Nuevo (sobre todo las dinastías XVIII y XIX) en los hipogeos (tumbas excavadas en roca) de la necrópolis de Tebas, una verdadera ciudad de los muertos, con los famosos valles de los reyes y de las reinas.

Aunque todas estas tumbas fueron violadas y saqueadas ya en la antigüedad y hemos perdido así sus ajuares (y las momias), conservan los frescos pintados en sus muros. Hasta tal punto era un problema la seguridad de las necrópolis, que se encontró en esta zona un agujero con las momias de los más grandes faraones. Era la única manera de preservarlas de los saqueadores ya que los ajuares (salvo la tumba intacta de Tutankamon) desaparecían con rapidez.

Era muy frecuente que los artistas egipcios pintaran los bajorrelieves aunque a veces aparece sólo la pintura sobre las paredes.

La pintura egipcia no tiene preocupación por el arte o la estética sino que se trata de una escritura, un conjunto de mensajes destinados a conseguir el favor de los dioses, la vida de ultratumba, la salvación eterna, etc.

La temática es variada pero podemos diferenciar dos corrientes principales:

  1. En las sepulturas de dignatarios, escribas y nobles tenemos pinturas desenfadadas e incluso cómicas y con complicidad, que tocan temas domésticos, tareas agrícolas, pesca, expediciones bélicas, etc.
  2. En las tumbas de grandes faraones los temas son casi únicamente religiosos, ofrendas de diversos productos del faraón a distintas divinidades, el juicio de Osiris, jeroglíficos con el nombre del faraón, etc. Son pinturas muy serias y hieráticas.

A nivel técnico lo primero que nos llama la atención son los convencionalismos de la pintura egipcia, puedes fijarte en que la cara va de perfil pero el ojo de frente, los hombros de frente y las caderas de ¾, los pies de perfil y, lo más chocante, dos manos y dos pies del mismo lado, es decir, dos manos derechas o dos manos izquierdas. Esto es así porque los egipcios conseguían de esta manera reflejar toda la esencia principal del personaje como si se le viese simultáneamente desde varios puntos de vista. El color es vivo y variado y siempre rellena un contorno negro previo. Las pinturas son frescos, es decir, aplicadas directamente sobre los muros.

En cuanto a las modas, todo muy moderno, transparencias, pechos al aire, escotes vertiginosos, cabellos con rastas, brazaletes, collares... Los egipcios tenían en un elevado concepto la estética y la higiene corporal, llegando en este campo a un gran refinamiento, las egipcias y los egipcios usaban cremas, ungüentos, perfumes y se depilaban todo el cuerpo.

LA DIOSA HATHOR Y EL FARAÓN SETI I. (1294-1279 A. JC.).

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En este bajorrelieve, procedente de la tumba de Seti I en el valle de los reyes de la necrópolis tebana, el faraón Seti I (dinastía XIX), padre del popular Ramsés II, está a la derecha en una escena interpretada como sus desposorios místicos con la diosa Hathor (diosa-vaca) que siempre se pinta con cuernos y que aparece a la izquierda. La diosa se acerca al faraón y lo ata con su cinturón místico, lo que ha sido interpretado como que lo adopta bajo su protección.

Hay que señalar que muchos dioses egipcios tienen cabeza de animal (Halcón, cocodrilo, Ibis, gato, etc.). Los detalles de esta obra son muy bonitos, los pendientes de cobra de la diosa, los elegantes vestidos, algunos de ellos con transparencias, las pelucas, las sandalias, la pintura facial y los jeroglíficos en la parte superior.

El color es contenido y cuidado en los contrastes. Aparecen todos los convencionalismos tradicionales de la pintura egipcia como puedes comprobar.

Como curiosidad, la momia de Seti I es una de las mejor conservadas del antiguo Egipto, y fue hallada en el agujero-escondite citado antes. Lo habitual en los saqueos de tumbas era que los violadores actuasen con contundencia, no respetando ni siquiera las momias (soportes fundamentales para la vida en el más allá), quedando en ocasiones troceadas, estropeadas o tiradas al estercolero.

Contemplando esta momia en el museo de El Cairo se siente la emoción de estar ante un faraón que reinó hace más de tres mil años.

FRESCO DE NEFERTARI. (1300-1225 A.JC.). Valle de las reinas.

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La esposa favorita de Ramsés II (tenía otras) tiene un tumba espectacular en el valle de las reinas de Luxor. Este hipogeo posee una de los mejores conjuntos de pinturas de todo el imperio nuevo y han sido recientemente restaurados.

La diosa Isis, esposa de Osiris y madre de Horus, lleva de la mano a Nefertari, que luce un precioso vestido de lino blanco con cubre-hombros y rico pectoral. Sobre la cabeza porta un complicado tocado. La diosa aparece con un ceñido vestido y nos muestra una figura espectacular, un tipazo, vamos. Diversos jeroglíficos (escritura ideográfica, es decir, se dibuja lo que se quiere representar) explican la escena. En la cartela central, el nombre de la reina en jeroglífico. Los detalles son portentosos y muy trabajados como se puede apreciar en los dibujos de los tejidos y en la bisutería.

RAMSÉS I CON HORUS Y ANUBIS.(XIX dinastía. Valle de los reyes).

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Esta obra, procedente de la tumba de este faraón en el valle de los reyes de la necrópolis tebana reproduce otra escena funeraria con Ramsés I entre el dios halcón (Horus) hijo de Osiris e Isis y el dios chacal, Anubis dios de los muertos y del más allá.

Las dos divinidades cogen de la mano al faraón y llevan su otra mano a los hombros de Ramsés. Fíjate en que en todos los pies se ve siempre el dedo gordo, que las manos son del mismo lado y en el resto de los convencionalismos que hemos señalado antes. Otra cosita en que ya habrás reparado es en lo morenos que están los personajes masculinos en esta obra por contraposición a las chicas de los ejemplos anteriores, esto se explica por los cánones de belleza de la época y porque una mujer morena lo era por su trabajo en el campo, luego era pobre.

Ramsés lleva el Klaft sobre la cabeza junto con el Uraeus (cobra) y todo ello seguro que lo conoces de los disfraces de egipcios en carnaval.

El colorido es muy intenso y variado, lo que aporta frescura y vistosidad a la escena.