BOSQUES.

Para un espíritu sensible, un paseo por un bosque puede ser muy sugerente. Siempre es diferente, en primavera con un verde lujuriante, en verano con múltiples sonidos, en invierno nevado y en otoño con sutiles tonalidades. Pero además lo podemos disfrutar con niebla, a la luz de la luna llena, interesantemente acompañados o deseosos de escapar del mundanal ruido. Allí podemos ponernos filosóficos, místicos, profundos y elevados. La Rioja es un ejemplo de territorio ampliamente forestado y con una gran variedad (bosques de hayas, de robles, de pinos, de álamos, etc)

En la presente exposición hemos hecho una selección de pinturas dedicadas al bosque, es por tanto una exposición temática y verás que cada autor interpreta a su manera esta realidad.

1-DOS FIGURAS EN UN BOSQUE. VAN GOGH

Bella y romántica composición de nuestro admirado Vincent Van Gogh, pintor nacido en Holanda, pero muy vinculado a la región francesa de Provenza. Las características más conocidas de este pintor post-impresionista las puedes apreciar aquí: colores intensos, variados y vivos; pinceladas enérgicas, contundentes y cargadas de óleo; abundancia de las líneas curvas y diferente percepción del cuadro según estemos cerca o lejos de él.

Los dos paseante son un mero accesorio, lo importante y protagonista es el paisaje boscoso, del que curiosamente sólo vemos los troncos grisáceos de los árboles y un tupido sotobosque. Podrían ser álamos.

2-EL HAYEDO. GUSTAV KLIMT.

Un bosque de hayas en otoño o tal vez invierno es la propuesta de este autor, más conocido por sus composiciones románticas como "el beso". Klimt es un pintor modernista (de la misma época que nuestro admirado arquitecto Gaudí) y en esta composición refleja con pequeñas pinceladas las múltiples tonalidades de hojas, trocos y suelo. La perspectiva está magníficamente conseguida mediante la disminución progresiva de tamaño, el punto de vista alto y el horizonte lejano.

3-TRES MUNDOS. M.C.ESCHER.

Este genio del engaño visual, al que la PINACOTECA COSSÍO ya dedicó una exposición, es un creador admirable y original y en sus cuadros nuestro sentido de la vista resulta reiteradamente burlado.

En esta ocasión el título se refiere a las tres realidades distintas de la imagen: el mundo subacuático, representado por la carpa que nada bajo la superficie del agua; el mundo engañoso de la superficie de ésta con hojas flotando y en tercer lugar un mundo que vemos sólo mediante su reflejo en el agua y que es el bosque de árboles con troncos pelados. La escena, ya de por sí misteriosa, lo es más debido a que Escher la pintó en blanco y negro.

4-EL PODER BLANCO. RENÉ MAGRITTE

Original y rompedor, sencillo y directo, sorprendente e inesperado, así es este pintor belga surrealista cuyas obras son siempre un aparente absurdo visual cargado de sorprendente originalidad.

El jinete sobre un elegante caballo cabalga por un bosque pero hay algo extraño, algo que no se corresponde con la realidad y que Magritte introduce con total desparpajo: la imagen de caballo y caballero aparece y desaparece alternativamente. Esta es la sorpresa. Pero hay más: no se sigue un patrón definido sino que los trozos de ambos aparecen tanto en los troncos de los árboles como en los espacios intermedios. Es como si no fueran reales sino una proyección, un curioso holograma sacado de una imaginación portentosa, la de Magritte.

5-CAMPOS DE TOYAMA. KAVASE HASUI.

La estampa japonesa triunfó en Europa a partir del siglo XIX cuando fue descubierta por los impresionistas. Hasui, uno de los numerosos pintores del país del sol naciente nos maravilla con esta imagen bella y sorprendente de una noche japonesa con todos los ingredientes que ya esperas: árboles en invierno, luna llena, formas desdibujadas y unas extrañas lucecitas que tal vez sean los típicos farolillos nipones.

A pesar de la pincelada simple y del colorido pobre, la fuerza de la escena es indudable.

6-MAÑANA DE PASCUA. CASPAR DAVID FRIEDRICH.

Este pintor alemán de estilo romántico presenta las típicas características de este estilo: representación de paisajes bravíos, noches con luna llena, ruinas y cementerios, personajes solitarios...

En esta obra vemos a tres señoras alejándose por un camino. Todo es enigmático y nos permite dar rienda suelta a nuestra imaginación, los árboles recortándose dramáticamente frente a la luz de un sol típico de invierno, la bruma matutina que todo lo envuelve, el camino a ninguna parte y la pequeñez de los personajes frente al poder de la naturaleza. La monotonía cromática subraya esta sensación de misterio e inquietud.

7-LOS ÁRBOLES AZULES. PAUL GAUGUIN.

Paul Gaugin

No podía faltar, tratándose de paisajes y pintura al aire libre, una composición de Paul Gauguin, pintor postimpresionista contemporáneo y amigo personal de Van Gogh.

Sus colores caprichosos y chillones, unidos a una sencilla composición con contornos marcados y dibujo muy nítido identifican su obra, muy influida por la simplicidad artística de pueblos primitivos como por ejemplo los polinesios (Gauguin vivió un tiempo en la paradisíaca isla de Tahití, Polinesia francesa).

En estos "árboles azules" podemos ver un colorido caprichoso que da mucha fuerza al paisaje y son precisamente los troncos los que organizan la escena. El punto de vista es altísimo y por ello el horizonte se aleja y nuestro campo visual se amplía mucho.

Dada la sencillez de esta obra, se puede usar la imaginación para ver lo que cada unos desee, ¿se trata de un amanecer o de un atardecer?, ¿ lo que vemos en segundo término son las olas del mar o un valle? ¿el colorido tan rechiflante es totalmente inventado o a veces la naturaleza exhibe colores muy chillones? Respóndete tu mismo y deja volar tu imaginación.